Estaba yo sentada felizmente, mentando madres y pensando en las vueltas que da la vida... pero no crean que mentando madres normal... no, estaba mentando madres de-a-de-veras, pensando en todos los santa clauses y dioses en que he creído a lo largo de mi corta pero insignificante vida... y de pronto vino a joderlo todo...
Una mosca grotescamente gorda, en serio. Gorda, de ésas que las ves y dices, seguro ha de tener mucho relleno; una mosca que, a todas luces, merecía simplemente morir. Me entró una ira tremenda y empecé a planear cómo lo haría, cómo encontraría la manera de vencer en esta empresa tan común y tan comúnmente fallida: la de matar a una mosca. Según parecía, yo tenía las de ganar -la mosca sufría de un problema de sobrepeso, lo que seguro afectaría su movilidad. Aunque claro, yo sufría de un problema de coordinación, lo que seguro afectaría mi movilidad. Está bien, mosca. Vamos parejas.
El verdadero punto aquí es que al principio me costó mucho trabajo entender por qué me concentraba tanto en el objetivo, por qué deseaba matar a ese desagradable insectillo. Deseaba convertir a una mosca obesa en una... simple... mosquita muerta.
La muerte la empequeñecería, porque eso es lo que hace la muerte, nos empequeñece a todos. La idea de la proximidad de la muerte, en cambio, engrandece cualquier posible significado, nos hace sentir importantes, como que estamos en medio de algo relevante, que somos parte de un evento próximo más grande que nosotros y que todas las personas que estarán ahí para presenciarlo. La muerte vista así es como un sueño colectivo, como una amenaza que mientras más se acerca, más se aleja, hasta que simplemente llega. Es la interrupción de los pensamientos más profundos por la repentina presencia de una mosca. Es eso, una mosca, gorda, negra, torpe. No es una elegante parca, no es algo misterioso, ni femenino, ni oscuro, ni natural. Es un insecto que deja sus larvas en los pensamientos de las personas que aquí se quedan, que aquí nos quedamos, persiguiendo posibles recuerdos y haciendo un recuento de las batallas diarias, de sus soldados caídos. El mes pasado dije esto. Ya no me acordaba de esto otro. Nunca me fijé en que siempre ponía esa cara. (La)(Lo)(Las)(Los)-(extraño)(voy a extrañar). No dejo de pensar en ellos, hasta que cada uno se convierte en un zumbido ininteligible, en una maraña viscosa de lágrimas clandestinas, mentadas de madre y decepciones, decepciones, decep... SQUASH!!!...ciones, decepciones, moscas, muertos y decepciones...
5 comentarios:
¿Con qué la mataste? Si lo hiciste con raid, habrás gozado de todo un morboso espectáculo. El veneno se va a apoderando muy lentamente de ellas ,y, si son gordas, más trágico es ver cómo se azotan lentas e idiotas, ya ni parece que zumban sino que se pedorrean. Pardon my French.
impresionante la transición desde el tono coloquial de post hasta el final magistral donde las oraciones se suceden unas a otras con una perfección mahleriana (tal vez así como tantos abusan de la literatura para comunicar lo que les hace sentir la música yo empiece a hacer lo contrario)
me pongo de pie, con rodilla hinchada y todo
totalmente de acuerdo.... matemos a las moscas, le estás hacienod un bien a la humanidad MOntse, esas cosas llevan virus en sus patas! IU!
Todo bien menos el sonido, las moscas no hacen SQUASH, hacen algo más parecido a un grotesco "spuaj" antes de quedar pegadas sobre una pared, un libro o un mata-moscas...
Chunka, es un ejemplo maravilloso de lo que debe ser un post (los comentarios confirman que aquel "marco" del que tanto hablamos existe en este caso)... por otro lado... debes dejar de mezclar ensayos escolares con vivencias absurdamente cotidianas y frustraciones lamentablemente recurrentes... o no, mejor no dejes de hacerlo... de hecho, por eso me caes tan bien, jaja
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