viernes, 30 de noviembre de 2007

PARTE 1

I

El primero fue un niño con alma de animal,
Con cuentos de evasión y rimas de perdón
Que, a lentas carcajadas, con su risa de chacal,
Con su caricia invernal,
Me leyó una y otra vez, me leyó de arriba abajo
Para luego… pues mandarme al carajo.
Menos mal que estuvo chido,
Que no perdí la dignidad de cazador herido
Frente al que había sido atrapado
Por un cazador bastante mejor surtido…

El segundo corazón, aún sin pelo en pecho,
Fue un animal con cara de niño, pero con alma de pendejo
Que se esperó y se esperó, siempre listo y al acecho,
y yo, cruzada de piernas y de brazos, entre voces de borrachos,
No perdí la oportunidad para darle un buen consejo.
“Pídete algo de tomar para que así sea más fácil,
para que me digas lo que los dos ya sabemos”,
y con una mirada grácil, seductiva y altanera,
me levanté al baño en mis tacones supremos,
pero cuando regresé a mi territorio para clavar la bandera
me di cuenta de que ya se había ido con la mesera…


(…continuará…)

1 comentario:

Anónimo dijo...

solo queda una onomatopeya: ouch!